Hoy sábado 19 hemos vivido nuestra primera experiencia de servicio, colaborando con el comedor social La Milagrosa en Santa Cruz, dirigido por las Hijas de la Caridad de San Vicente de Paul. Los nervios y la oración estuvieron presentes durante la mayoría del trayecto, pues nos enfrentabámos a un reto que nos acercaba al más necesitado, haciéndonos crecer como personas en la fe.
Nuestros nervios desaparecieron cuando el comedor se llenó de gente y observamos la necesidad en sus miradas, de inmediato supimos que nos encontrábamos en el lugar idóneo. Quizás nunca hubiéramos imaginado que servir a los demás fuera una acción tan gratificante. En el comedor se escuchaba un gran bullicio, conversaciones entre ellos, charlas, sin embargo la palabra GRACIAS no faltaba en ningún momento, tras servir un plato, llevar un poco de agua o a la hora de despedirse.
Sin duda, nuestra recompensa ha sido la satisfacción de llevar a cabo una pequeña obra de caridad premiada con amor. No sabemos lo afortunados que somos hasta que experiencias como la de hoy nos hacen darnos cuenta que la vida va mucho más allá de nuestros insignificantes problemas, lo tenemos todo y aún así no estamos conformes.
Es cuestión de "ponerse en los zapatos" de aquellos que más nos necesitan para ver nuestra realidad y descubrir la constante presencia de Dios en ella.
Gracias por la oportunidad de vivirlo, por todos aquellos que nos han acompañado y, sobre todo, a todas las miradas agradecidas que hoy recibimos. ¡Regalos del Cielo!Nuestros nervios desaparecieron cuando el comedor se llenó de gente y observamos la necesidad en sus miradas, de inmediato supimos que nos encontrábamos en el lugar idóneo. Quizás nunca hubiéramos imaginado que servir a los demás fuera una acción tan gratificante. En el comedor se escuchaba un gran bullicio, conversaciones entre ellos, charlas, sin embargo la palabra GRACIAS no faltaba en ningún momento, tras servir un plato, llevar un poco de agua o a la hora de despedirse.
Sin duda, nuestra recompensa ha sido la satisfacción de llevar a cabo una pequeña obra de caridad premiada con amor. No sabemos lo afortunados que somos hasta que experiencias como la de hoy nos hacen darnos cuenta que la vida va mucho más allá de nuestros insignificantes problemas, lo tenemos todo y aún así no estamos conformes.
Es cuestión de "ponerse en los zapatos" de aquellos que más nos necesitan para ver nuestra realidad y descubrir la constante presencia de Dios en ella.
Carmen y Eliana (GUFS Residencia Nazaret)